Sorry, you need to enable JavaScript to visit this website.
Pasar al contenido principal

El dolor de transportar agua

Virginia Roaf, SWA Senior Advisor
18 Feb 2020

Los que vivimos y trabajamos en el Norte estamos familiarizados con las imágenes de mujeres increíblemente elegantes y bellamente vestidas que llevan agua sobre sus cabezas –en cubos, en calabazas, en tazones, caminando por el desierto, o a lo largo de un sendero de montaña, tal vez con un niño pequeño a su lado que lleva también su propia olla más pequeña de agua– como una forma de convencernos sobre la necesidad de mejorar la calidad del agua y lograr una donación a una organización benéfica que promete agua para mejorar la salud y el futuro. Estas imágenes, aunque revelan la existencia de dificultades y una forma de vida diferente, no pueden mostrar la realidad de cómo es esa vida, el impacto que supone tener que llevar 20 litros de agua, a menudo a grandes distancias, cada día. Además, según un nuevo informe, el transporte de agua está causando daños en todos los aspectos de la vida de esas mujeres. 

La investigación muestra inequívocamente el coste que supone para la salud de las mujeres el tener que recoger agua fuera del hogar. Esto no es noticia, tenemos pruebas de sus efectos en muchos aspectos de la vida de las mujeres, pero esta investigación también destaca los daños físicos. La investigación resalta que obtener agua no sólo cuesta tiempo a las mujeres y las niñas –lo que hace que pierdan oportunidades de acudir a la escuela y de trabajar– sino que también causa tensión en la columna vertebral y en el cuello, lo que provoca un dolor crónico. Para las niñas es especialmente peligroso, ya que sus cuerpos están aún en proceso de desarrollo. Durante mucho tiempo, el Programa Conjunto de Monitoreo de la OMS y UNICEF nos ha venido proporcionando esta información esencial que revela que las mujeres están llevando la carga de acarrear agua, y esta investigación destaca otras razones por las que resulta tan perjudicial, y nos recuerda la importancia de poner la salud de las mujeres, y la vida de las mujeres, en primera línea y en el centro de todas las consideraciones relacionadas con los servicios de agua y saneamiento. 

Este año las Naciones Unidas, en su promoción de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, se han centrado en la idea de no dejar a nadie atrás, pero tenemos que ir más allá y reconocer las violaciones de los derechos humanos que se producen cada día debido al escaso acceso al agua y al saneamiento. La falta de estos servicios es una cuestión sobre todo de género, que requiere una solución de género. No se trata únicamente de un problema de salud, sino que está estrechamente relacionado con el desarrollo económico y social: hay que apoyar a las mujeres que van a trabajar, que gestionan negocios, que llevan a las niñas a la escuela. Las mujeres hacen todo lo necesario para tener acceso al agua, pero a menudo están luchando solas. Es crucial escuchar sus voces y buscar la oportunidad de encontrar soluciones que respondan a sus necesidades. Las mujeres con discapacidades, o las que viven en zonas remotas y las que tienen una condición social inferior, necesitarán aún más apoyo para ser escuchadas y para que se determinen las soluciones adecuadas. 

Uno de los principales objetivos de Saneamiento y Agua para Todos es promover diálogos y foros de múltiples partes interesadas, no sólo con el ministerio de agua y saneamiento, sino también con los responsables de la salud, el desarrollo económico, los ministerios de finanzas, la sociedad civil y el sector privado. Para impulsar un verdadero progreso en el sector, debemos estar preparados para tratar de encontrar tiempo a fin de escuchar y valorar las voces de las personas que han sido privadas de sus derechos. Debemos hacer mucho más para incorporar las voces de las mujeres que acarrean el agua y luego transformar todo esto en acción: tenemos que reconsiderar la forma en que se asignan o priorizan los presupuestos, y destacar los costos para la sociedad que supone permitir que las mujeres y las niñas sufran tales daños en sus cuerpos por un servicio tan esencial. 

El acceso a los servicios de agua y saneamiento son derechos humanos. Los ODS dan prioridad a la igualdad para las mujeres y las niñas. Tenemos el deber de conseguir que los gobiernos y otros agentes del desarrollo rindan cuentas para asegurar que los ODS se cumplan.